sábado, marzo 11, 2006

Yo quisiera algo mejor para mis hijos...


Mariana es una mujer de 46 años, casada, madre de tres hijos mayores de 15 años. Originaria de Durango, cuenta con 30 años de residencia en la ciudad, de los cuales 25 de ellos ha vivido en la Colonia Díaz Ordaz. Su casa es una pieza de dos recamaras, un pasillo, el baño y la cocina, completamente construida de adobe y techo de madera. Actualmente cuenta con todos los servicios básicos, además de teléfono y recientemente pavimento. Su esposo trabaja en la construcción, es albañil. Ella siempre ha trabajado, incluso después que se casó. Primero limpiando casas y luego en la maquiladora, en la RCA.

Ella ya había oído hablar sobre las maquiladoras y deseaba trabajar en ellas. A 12 años de distancia de haber ingresado a la “R”, como le llaman los trabajadores, se da cuenta que no ha sido fácil “salir adelante”. Con tan solo 4 años de estudio de instrucción primaria, no ha podido hacer carrera dentro del trabajo. A pesar de contar con una gran experiencia, que la planta usa de forma expresa, no puede que corresponda su salario con el nivel de responsabilidad de su puesto de trabajo.

Así ha valorado la importancia que representa el “tener estudios”. Su vida ha transcurrido haciendo hasta lo imposible por que sus hijos “hagan una carrera”. Juan, su hijo el mayor, se ha titulado en Ingeniero de Comunicaciones. José, empezó a estudiar licenciado en Administración, pero últimamente ha dejado los estudios. Lucía, la hija más chica, apenas está terminando la secundaria, pero ella le insiste que siga estudiando. Ella no desea que sus hijos “anden batallando” o que vivan lo que ella ha vivido.

El trabajo eventual de su marido ha servido para “irla pasando”, es el salario de Mariana el que le ha permitido a la familia el “progresar”. Hacerle arreglos a la casa, pero sobre todo el poder ayudar a que sus hijos estudien.

La necesidad y el esfuerzo de Mariana por “sacara delante” su familia le ha obligado a aprender constantemente y mantenerse en actitud de cambio y de mejora continua. Es ella la primera que reciente el no poder retomar sus estudios. Pero eso no ha impedido para destacar en la fábrica o en la relación con los vecinos. Mariana es una mujer muy apreciada por los que viven cercas de ella y por otros que no viven tan cerca pero que reconocen su don de gente y su capacidad de gestión y atención a los problemas de la colonia.

Las compañeras de trabajo reconocen que Mariana es de las personas con las que “se puede contar con ellas”. Siempre toma la iniciativa y es la primera en moverse cuando hay que hacer algo. En su casa es ella quien determina lo que se hace o como se hace. Su esfuerzo personal le ha ganado la admiración de sus hijos y el apoyo de su esposo, quien pareciera que su principal papel es estar al lado de Mariana, apoyándola en lo que ella realiza.

Su rutina diaria es absorbida por el tiempo del trabajo y por su preocupación por la familia. A pesar de que es alegre y animosa, no acostumbra a darse tiempo para ella. Su tiempo es para ser ella en el trabajo, en la casa y en la colonia, es una persona con gran autonomía. No obstante, no acostumbra a darse tiempo para sí, divertirse o estar sola.

Se complace siendo lo que es, jugando su papel de madre responsable y de buena trabajadora. Su tiempo transcurre de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, con las excepciones en que tiene que ir al seguro o alguna actividad de sus hijos. Sus espacios son simples, no son muy diversos, pero todo ellos fuertemente compactados por lo que ella tiene que hacer, ha aprendido a ser quien los defina.

Su tiempo es claro que está marcado por los tiempos de la maquiladora. El tiempo en el trabajo es experimentado como extenuante, ahí no tiene mucho que definir, no ahora. Las actividades posibles a realizar por la tarde, a causa de las cinco horas de que dispone hasta antes de dormir, se reducen dramáticamente. Su “tiempo libre” solo le alcanza para prepara el día siguiente y para medio atender su casa.

Su posición en el trabajo, “reparadora”, pareciera ser diseñada para ella. Está separado de la línea de producción. Es ella quien marca sus tiempos. La que define lo que requiere cada pieza y como se debe reparar. Ya antes estuvo en la revisión de calidad, ahora agrega ese conocimiento en el rescate de piezas que sin su trabajo serían recicladas, tirando el tiempo acumulado en su construcción, implicándole pérdidas económicas a la empresa.

El problema es que a pesar de que en ella pone todo su saber acumulado en su trayectoria laboral, la Empresa y el Sindicato no reconocen su puesto como una posición especializada, por lo que sigue percibiendo un salario al de una operadora de línea. La falta de “papeles” (estudios formales terminados) impide que valore su trabajo como un lugar donde puede seguir creciendo. Los nuevos sistemas de organización del empleo en las maquiladoras no le son favorables.

Su casa es el lugar en el que aún puede decidir que es lo que se debe de hacer, como, cuando y que es lo más conveniente. Su familia es el nodo desde el que se coloca en el espacio de la colonia. Basta con ver su casa para saber de ello. La posición estratégica sobre la topografía accidentada del barrio y el cuidado por la apariencia externa de la casa. La relación estrecha que guarda con sus vecinos.

Los fines de semana están permanentemente saturados por su agenda social. Visitas, reuniones familiares o con amigos, atención de familiares y todo lo que sea necesario para mejorar la colonia o para atender a su familia. El cuidado de su apariencia personal habla más de una lidereza que de una simple obrera. Ella se gestiona a sí misma en la gestión de los demás. Es ella lo que hace. En eso se gasta su vida.

Sin embargo al verse desde su experiencia en el trabajo, no deja de lamentar el no haber podido estudiar, su autovaloración, hace ya tiempo que ha dejado de pasar por lo que hace o deja de hacer en el trabajo, de el ya no espera retribución alguna, solo que un día la despidan y le den una indemnización acorde con su antigüedad, por eso al verse se dice “Yo quisiera algo mejor para mis hijos”.

2 Comments:

Blogger Maquila Donna said...

Con Mariana me identifico y seguro que también lo hacen las miles de mujeres que viven a medias a cambio de un salario paupérrimo. Hay que hablar de todas ellas, darles el rostro y la dignidad que el capitalismo les ha obligado a ocultar.

Saludos.

4:12 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Best regards from NY! » »

10:45 a.m.  

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